Resumen
En este artículo defendemos la necesidad de un bachillerato con unas señas de identidad bien definidas como nivel educativo autónomo y diferenciado de la enseñanza obligatoria y la universidad. El núcleo de esta identidad debe ser, a nuestro juicio, la cultura entendida como conjunto integrado de conocimientos y valores que permite a una persona desarrollar su juicio crítico. La integración supone la superación de la dicotomía de las dos culturas tradicionales (ciencias, letras) e implica, estructuralmente, un bachillerato con un currículo homogéneo, sin itinerarios ni especialidades (lo que no impide una cierta optatividad).
Cuando hablamos de valores, no sólo nos referimos a los valores morales sino, sobre todo, a los valores epistémicos en el sentido que utiliza Echeverría (2002), es decir, proponemos el estudio de las distintas disciplinas (matemáticas, geografía, lengua) enfatizando el conocimiento de los valores que incorporan y el carácter transdisciplinar de dichos valores.
Junto con este énfasis en los valores epistémicos, defendemos la enseñanza en red de los conocimientos disciplinares, frente a la idea, actualmente imperante, de jerarquía de saberes con unos conocimientos más valorados que otros en el mercado de trabajo.