Palabras clave:
Arquitectura del Renacimiento, Chimeneas, Extremadura, Trujillo, Guadalupe, Pasarón, PlasenciaDerechos de autor 2015 Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte
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Resumen
Uno de los aspectos más singulares del paisaje urbano y arquitectónico de la Alta Extremadura durante el Renacimiento fue el de sus chimeneas y esculturas de humo, que coronaban por doquier los aleros y tejados de arquitecturas residenciales, ya fuesen palacios nobiliarios o de jerarcas de la iglesia, ya villas suburbanas y campestres, centros monásticos o viviendas populares. Edificios capitales del paisaje urbano renacentista extremeño como el palacio Episcopal de Plasencia, el Real Monasterio de Guadalupe o las casas principales de los Carvajal Vargas en Trujillo, se destacaban entonces en el entorno mediato y lejano gracias a una suerte de hitos urbanos de fábrica de ladrillo decorada con todo tipo de ornatos esgrafiados sobre un mortero de cal. Estas esculturas urbanas compendian, mejor que otras muchas partes de aquella arquitectura, la riqueza ornamental y los acabados característicos de nuestro Renacimiento. También la diversidad de influencias y fuentes de que bebieron y fueron objeto nuestros arquitectos aquellos siglos. La huella del mudéjar, el influjo franco-flamenco, el ornato y las formas italianas se suman para generar unas estructuras únicas y sincréticas, en las que no es difícil recordar los modelos recogidos en sus respectivos tratados de arquitectura por Sebastián Serlio y Cesáreo Caesarino o los tipos diseñados por los artífices de las techumbres de los Reales Sitios durante el reinado de Felipe II.