Reseñas

Yoshimi Orii y María Jesús Zamora Calvo (eds.) (2020).
Cruces y áncoras. La influencia de Japón y España en un Siglo de Oro global.

Madrid: Abada Editores, 294 pp.

[ISBN 978-84-17301-00-0].

Japón, ese país exótico que en los últimos años se ha convertido en el objetivo predilecto de turistas y divulgadores españoles, es un lugar en el que confluyen misticismo e innovación. La estrecha relación entre ambos países no es algo nuevo. Hace cuatro siglos, estas tierras atrajeron a un sinfín de occidentales en busca de satisfacer sus expectativas comerciales, si bien es cierto que hay que destacar a los personajes que dominaron la escena política, económica y religiosa en una época tan convulsa en ambas partes del mundo, los jesuitas. Con sus modales e inteligencia supieron granjearse amistades, en las que ambas partes conseguían un rédito.

Los jesuitas se convirtieron en el eje entre ambos mundos, moviendo los hilos de su influencia con tal pulcritud que ni la misma Aracne durante su famosa competición. Nagasaki fue la gran sede del poder que la Orden había conseguido acumular durante años de gran esfuerzo en tierras niponas. El viento había soplado a su favor desde hacía décadas, siendo Oda Nobunaga, el papa y Portugal sus grandes protectores a la vez que sus benefactores. Sus acuerdos habían favorecido el comercio tanto portugués como japonés y no solo movieron mercancía, los flujos de personas fueron una constante, con los jesuitas aportando su granito de arena en la misión japonesa y japoneses que se acercaron a los confines del mundo conocido por ellos, con el fin de visitar tierras cristianas. No obstante, el mundo que habían construido pronto empezó a tambalearse, cayendo rápidamente los cimientos de su misión. Toyotomi Hideyoshi y el clan Tokugawa consideraron a los jesuitas y, para ser más exactos, a todo el mundo cristiano, como elementos subversivos perjudiciales para las estructuras del país. Los jesuitas tuvieron que hacer frente a numerosas vicisitudes desde aprender un nuevo idioma, la escasez de recursos económicos y, por ende, problemas de financiación, hasta resistir la llegada de nuevas órdenes que alteraron sus modos de vida.

Todos estos puntos han sido presentados e investigados a lo largo de las casi trescientas páginas que componen el libro Cruces y áncoras. La influencia de Japón y España en un Siglo de Oro global. Autores de gran prestigio han aportado los resultados de sus investigaciones desde cada una de sus áreas. Cabe destacar la facilidad con la que se lee, gracias a un lenguaje sencillo e inteligible para cualquier público, sin complejos tecnicismos y con minuciosas aclaraciones o aportes que se encuentran a lo largo de las numerosas notas a pie de página de las que consta el libro. Si bien, el capítulo de Masayuki Toyoshima contiene un lenguaje más específico, orientado a un lector con conocimientos previos en gramática.

Cada capítulo se desarrolla con gran esmero, aportando una extensa y completa bibliografía que justifica el valor de la obra. Los trabajos de Maria Grazia Petrucci y Renata Cabral Bernabé pueden considerarse como la columna vertebral del libro, sirviendo de base para una primera toma de contacto sobre el tema que, posteriormente, desglosa su contenido a lo largo de los siguientes capítulos. Por otro lado, leer el capítulo de Hiroyasu Nakai es averiguar cómo el teatro era un mecanismo para transmitir en Occidente las ideas básicas de la misión jesuita en Japón, a través de los hechos y milagros de Francisco Javier. Asimismo, Nakai ha analizado cuidadosamente el relato y a sus personajes, estableciendo posibles paralelismos con la realidad y destacando las incongruencias históricas, así como la idealización de la misión.

En los últimos capítulos, la interdisciplinariedad que comentaba en anteriores líneas se hace cada vez más patente con la inclusión de temas tan variados como el análisis de obras teatrales, el arte como vehículo de transmisión religiosa y como elemento de comercio, la narrativa de los diccionarios y compendios de las lenguas niponas, latinas y portuguesas o, incluso, tiene cabida un capítulo dedicado completamente a cuentos infantiles. Quizás, este último capítulo junto al once, centrado en la comparación entre los términos de duende y hana, son los que pueden desentonar debido a su temática, que va más allá de la historia o del estudio de la gramática que se ha ido desarrollando a lo largo de la obra. No obstante, son un añadido que enriquecen con una mirada más amplia a la comparación de ambos mundos, sin circunscribirse a una sola época histórica, desde el siglo xvi al xx, o tomando como protagonistas de la obra a determinadas figuras.

Sin duda, una perfecta selección de contenidos que harán las delicias de cualquier ávido lector interesado en ampliar sus conocimientos sobre las aún insuficientemente estudiadas relaciones entre el país del Sol Naciente y un Occidente poderoso y ambicioso, deseoso por extender sus fronteras más allá de los territorios conocidos en la época.

Sara María Arias Gómez

Universidad de Castilla – La Mancha
SaraMaria.Arias@alu.uclm.es