José Montero Reguera (2021).
Miguel de Cervantes. El poeta que fue novelista.

Vigo: Editorial Pigmalión - Colección Cervantes, 282 pp.
[ISBN 978-84-18333-96-5].

«¿Tan malo es ser poeta? —replicó Preciosa», a lo que Lope de Vega hubiera respondido: «Lo malo no es ser poeta, sino ser un poeta como Cervantes». Y esas palabras resonarían durante siglos, como puñales a los versos de Cervantes que sangraron y las cicatrices han quedado.

Lo cierto es que Cervantes no es mal poeta, es un notable escritor revolucionario, cuya poesía es olvidada, a la sombra de sus grandes obras en prosa o incluso introducidas en ellas. José Montero Reguera reflexiona con gran agudeza y precisión sobre Cervantes y el legado casi olvidado que son sus poesías intercaladas en textos líricos. Un pequeño tesoro que, dentro de un gran cofre cuyo contenido es el Quijote, las Novelas ejemplares y La Galatea, entre muchos otros, pasa desapercibido.

Cervantes, antes de escribir el Quijote por el que sería conocido mundialmente y que desarrolla con gran astucia, escribe muchos otros textos, entre los que se encuentran poemas. En su tiempo fueron duramente criticados por todo gran escritor y poeta, pero, pasado los años, un grupo reducido de personas —que ahora está en aumento— ha sabido comprender la importancia y la calidad de estos versos. Entre ellos se encuentra el catedrático de literatura española en la Universidad de Vigo, José Montero Reguera, el autor de la investigación de poética cervantina.

Así como se expone en el libro, estos versos fueron escritos y defendidos por Cervantes, mostrando una erudición incomprendida por el resto de élite literaria de su época. No ofrece en vano grandes composiciones inscritas en grandes obras suyas, como puede ser La gitanilla, formando parte del plan de reivindicación de su calidad poética. Introducidas en el Quijote o en otros relatos, Cervantes expone sus versos con el fin de adscribir su poesía a un engranaje mucho más complejo como es la novela, que esta abarca todo tipo de textos en su narración.

Montero Reguera estructura su libro en seis partes principales, una bibliografía extensa, una nota preliminar y un prólogo de Fernando Romo Feito. La primera parte, «Miguel de Cervantes: un poeta en el final de sus días», es una adecuada introducción al mundo cervantino, en la que se habla de las influencias literarias del Quijote, la dura crítica que recibieron los versos de Cervantes, reflexiones sobre La gitanilla, poemas inscritos en esta, y poemas de Viaje del Parnaso y muchas otras cosas de suma importancia para adentrarse en el libro. La segunda, «Poesías para un poeta», hace una breve síntesis de la poesía cervantina, mostrando que Cervantes es un poeta infravalorado en su tiempo, al que alabarían muchos grandes poetas posteriores; aunque esto fuese en vano y Cervantes se frustrase, cargando ferozmente contra los que consideraba malos poetas, que eran los que triunfan.

En «Un poeta en su tiempo: en el taller de la creación», que es la tercera parte, se precisa que la poesía es solo un instrumento para Cervantes para expresar conceptos y, sin embargo, usa habilidosamente multitud de figuras retóricas. Además, se muestra las claras influencias de Garcilaso de la Vega y fray Luis de León, autores de poemas y textos de gran relevancia en las composiciones cervantinas y en multitud de autores posteriores. También se puede leer la pulla que devuelve Cervantes a Lope de Vega, con un gran ingenio. Se hace un gran inciso en los epitafios y, mediante muchos poemas, se ve la influencia del mar en las obras de Cervantes.

La cuarta trata sobre los tres Quijotes —tanto la primera y segunda parte, de Cervantes, como el de Avellaneda—, comparándolos, viendo semejanzas y diferencias, y, sobre todo, la influencia de la poesía, que está presente en ellos. La quinta es el culmen de este libro, pues muestra la importancia de la obra de Cervantes en la actualidad, no solo literariamente, sino con refranes cotidianos o una frase que han usado multitud de políticos para, como los poetas de su época a Cervantes, insultarse y tratar de desprestigiar al prójimo. La sexta y última es un anexo de índice cronológico de todas las poesías de Cervantes.

El libro es una investigación cuidada, revisada y muy notable sobre la poesía de Cervantes, pero en algunos momentos se hace demasiado densa, personalmente considero que en la tercera parte. No obstante, cabe decir que no puedo sacar más cosas negativas: es un libro sustancial y muy práctico que me ha hecho comprender mejor los escritos de Cervantes.

Se me ha pedido una crítica muy personal al libro: desde pequeños somos obligados a leer las grandes figuras de la literatura española; nos dejan sueltos en un campo sin advertencias previas y nos paramos a contemplar el césped y las piedras, pero no nos dicen que, levantando la cabeza, la verdadera maravilla de la naturaleza —montañas, árboles y ríos— se encuentra delante de nosotros; no nos enseñan a fijarnos en lo que dicen las letras, solo pasamos páginas. Recuerdo que teníamos que leer el Quijote en el instituto, yo tenía una edición de la Real Academia Española del cuarto centenario y, al poco de empezarlo, tan denso se me hizo, que lo dejé a un lado y busqué resúmenes en internet, como cualquier otro compañero. Ahora me arrepiento de no haber leído antes el libro de José Montero Reguera Miguel de Cervantes. El poeta que fue novelista, de no haber investigado un poco antes de leer el Quijote, tras comprender todo lo que este libro contiene, sé que me fijaría en las montañas y ríos, y no en las pequeñas piedras. Estoy muy seguro de que me gustarán ahora mucho más los escritos de Cervantes, desde las obras narrativas, las teatrales, a las líricas. No solo no he sido incapaz de leer el Quijote, sino que numerosas han sido las veces que he tratado de leer las Novelas ejemplares y los Entremeses, pero nunca podía seguir. Ahora, le doy personalmente las gracias a José Montero Reguera por su dedicación y por haber escrito este gran libro, que, seguro que no solo para mí, es el impulso que necesitaba para comprender a Cervantes y leer todas sus obras.

No es malo —dijo el paje a Preciosa—, pero el ser poeta a solas no lo tengo por muy bueno. Hase de usar de la poesía como de una joya preciosísima, cuyo dueño no la trae cada día, ni la muestra a todas las gentes, ni a cada paso, sino cuando convenga y sea razón que la muestre. [...] Es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, los árboles la desenojan, las flores la alegran, y, finalmente, deleita y enseña a cuantos con ella comunica. [...] Porque no hay poeta que no sea rico, pues todos viven contentos con su estado: filosofía que la alcanzan pocos.

Iván Sánchez García-Mora

Universidad Autónoma de Madrid

ivan.sanchez01@estudiante.uam.es