Montserrat Piera (2019).
Women Readers and Writers in Medieval Iberia. Spinning the Text.

Leiden: Brill, 483 pp.
[ISBN: 978-90-04-40037].

El presente volumen viene a llenar un hueco en la investigación que hasta el momento se había llevado a cabo sobre las mujeres como lectoras y escritoras durante la Edad Media. Los artículos y monográficos dedicados a autoras específicas son numerosos, pero faltaba un trabajo que diese una visión de conjunto. El acercamiento de Monstserrat Piera es también novedoso en su forma de aproximarse a esta realidad. Su estudio, bastante cercano al que haría un historiador cultural, no se circunscribe a un reino concreto de la península ibérica, sino que en él se analizan obras de autoras que escribieron en los reinos de Castilla, Aragón y Portugal. Lo que resulta más sorprendente (e interesante) es que frente a la gran mayoría de investigadores que distinguen entre un espacio público (la calle) codificado como espacio masculino y uno privado (la casa) codificado como espacio femenino, nuestra autora se acerca a los textos considerando que todos los espacios en los que las mujeres interactúan con otras personas se convierten en espacios públicos. Por lo tanto, defiende que la tradicional dicotomía espacio público / privado no resulta útil a la hora de acercarse a este fenómeno.

Una idea errónea que esta estudiosa se encarga de desmontar es la que se sostiene en la creencia de que las mujeres medievales no leían. Afirma Piera que «women were not only asked to “read” but were able to read in many different contexts and, in addition, that their interpretations of what they read or saw were not always uniform and and were certainly not predictable» (p. 27). Las mujeres tenían acceso al conocimiento a través de los mismos métodos de transmisión que los hombres, ya fuesen estos orales, escritos o iconográficos. Este es un punto clave pues, tal y como indica la autora, el hecho de que no se hayan conservado numerosos textos escritos por mujeres o bien que detallen la participación de mujeres en estos, no prueba que no supiesen leer, ya que una gran parte de estos fueron transmitidos en susurros, billetes, u otros soportes efímeros. Quienes defienden este analfabetismo quasi universal de la mujer en la Edad Media se basan en la interpretación excesivamente literal de las admoniciones de algunos predicadores. Aunque no se hace eco de estas interpretaciones, Montserrat Piera sí que dedica el segundo capítulo de su libro a estudiar Lo libre de les dones de Francesc Eiximenis, texto que se dedica en su mayor parte a la instrucción de las monjas, pues el autor creía que las mujeres podían aprender si se les enseñaba adecuadamente. La preferencia del franciscano catalán por las religiosas se basa en valores teológicos, ya que las monjas se hallan más cerca del conocimiento de Dios (p. 82). Por ello encontramos en sus escritos tres ideas cardinales: profesar votos hace a la mujer más válida; las religiosas deben seguir los votos de obediencia y la regla de su orden; y deben cortar sus lazos con el mundo y sus familias. La segunda parte del capítulo pone su atención en las modificaciones que el anónimo traductor de esta obra al castellano incluyó en el texto que leyeron Isabel la Católica y su nieta Catalina de Habsburgo.

Otro punto en el que hace hincapié la autora que, aunque puede parecer obvio, se ignora a menudo en este tipo de estudios, es que existían diferentes tipos de lectura que servían distintas funciones y se desarrollaban en varios lugares. Estos son, la lectura silenciosa, la lectura en voz baja y la lectura pública y en voz alta. Además, la autora defiende que leer no debe entenderse únicamente como descifrar los grafemas de la palabra escrita, sino que también incluye escuchar textos o interpretar representaciones iconográficas. La información se presenta en una gran variedad de medios que pueden descifrarse: libros, cuadros, tapices, relieves, pórticos en las iglesias, etc. Por ello, si bien puede que no fuese común enseñar a leer a las mujeres, eso no significa que no tuviesen una reacción u opinión respecto a dichos textos. De hecho, en el capítulo III la autora defiende que a través de la lectura cuidadosa de los textos de la tradición trovadoresca y de las querelle des femmes las mujeres participaron en el debate sobre su naturaleza y resistieron el discurso misógino que intentaba restarles valor. Piera defiende que la resistencia a dichas ideas se puede ver tanto en los testimonios de mujeres reales (por ejemplo, Christine de Pizan o Teresa de Cartagena) como en las reacciones de personajes femeninos ficcionales, que considera resultan ilustrativos de «the dynamics of reading among women» (p. 132).

Basándose en el ejemplo de Violante de Bar, a lo largo del capítulo IV, Piera nos recuerda que las reinas tuvieron una gran influencia en la política y el desarrollo cultural de sus dominios. Joan I se apoyaba en gran medida en el consejo político de su esposa, cosa que sus contemporáneos criticaron duramente, pues creían que se excedía en su papel. A pesar de estas críticas, el rey se apoyó a menudo en su esposa, a quien vio como una colaboradora en su proyecto de extender el poder real y fortalecer su gobierno (p. 186). El reflejo de cómo ejerció su influencia se puede encontrar en sus cartas, que Piera analiza en detalle. Frente a aquellos que malinterpretaron y vilipendiaron a Violante de Bar por el poder e influencia política que tuvo, y frente a quienes consideran que la revolución cultural que tuvo lugar en el reino de Aragón a finales del siglo xiv se debe solo a ella, este estudio presenta una imagen mesurada y señala que los esfuerzos de la reina fueron la culminación de movimientos anteriores.

La segunda parte del libro (capítulos VI, VII y VIII) la dedica Montserrat Piera a la escritura conventual y nos recuerda que el objetivo primordial de la escritura devocional no era enseñar o entretener, sino mover, despertar la piedad en los lectores. Se centra en la figura de tres monjas escritoras que provenían de familias ilustres como fueron Constanza de Castilla, Teresa de Cartagena e Isabel de Villena. Presenta en esta parte un concepto muy interesante tomado de Blanca Garín y Victoria Cirlot, el del «monasterio interior». En estos espacios se encuentran experiencias ligadas a un lugar concreto y las vivencias personales de cada individuo, creándose de esta manera universos híbridos llenos de ecos, connotaciones y significados (p. 275). Sin embargo, no se sirve de este concepto en profundidad en el análisis que presenta de la obra de las tres religiosas en el resto del volumen.

El estudio está sólidamente documentado, aunque ocasionalmente nos encontramos con afirmaciones que no resultan del todo convincentes o que requerirían de matizaciones. La descripción de las cortes medievales (que describe como «epicentro» hacia el que gravitaban «todas las acciones y actuaciones de los cortesanos» [p. 171]), más parece una descripción de un sistema absolutista que feudal. Además, debemos tener en cuenta que, tal y como la misma autora reconoce (p. 181), en la península ibérica los reyes rara vez tenían tanto poder como los nobles que les rendían pleitesía. También nos encontramos con teorías o hipótesis que requerirían de una mayor argumentación. Por ejemplo, en la página 47 cuando la autora analiza en detalle el manuscrito de la Bible moralisées (una Biblia escrita en lengua vernácula que además recoge gran cantidad de ilustraciones) afirma que Blanca de Castilla no solo encargó el proyecto, sino que estuvo con total seguridad involucrada en la preparación del manuscrito. A continuación, defiende que no solo se mostraba en contra del movimiento de reforma pastoral que siguió al Concilio de Letrán (1215) sino de su implementación. Si bien, el análisis del contenido de la Bible moralisées que hace Piera me parece acertado e interesante, ver la mano de Blanca de Castilla en la escritura de la misma sin aportar ninguna prueba documental, no hace sino presentar una hipótesis (que puede resultar más o menos atractiva) como un hecho fehaciente, y esto es un error. Finalmente, una serie de prácticas comunes en la época como el tópico de la falsa humildad o el aceptar la corrección de la Iglesia en caso de que una obra presentase errores teológicos le llevan a la autora a una serie de conclusiones que nos parecen un tanto forzadas. Así, el hecho de que estas se encuentren en el Libro de devociones y oficios de Constanza de Castilla hace que Piera afirme que a través de ellas la monja subrayaba su autoría y afianzaba su seguridad en el peso teológico de sus escritos.

La forma que tiene la autora de integrar las citas en el texto, copiándolas en un primer lugar en la lengua original y traduciéndola inmediatamente después, no hace sino añadir pesadez al libro. En ciertos momentos el número de citas llega a ser excesivo, ralentizando la lectura y dando la imagen de un collage de frases entresacadas de las fuentes originales. Sirva de ejemplo el siguiente párrafo que proviene de la página 104:

Thirdly, there is a great insistence on the responsibility of kings «porque son en la tierra tenientes de Dios» (because they are God’s lieutenants on earth) to protect and reform the Church. Here the narrator no longer talks about Catalina’s tasks as queen but introduces the king, João III and praises «la limpieza de su conciencia,» (the cleanliness of his conscience), his work of reform («reformando las religiones»), his military campaigns against moors and infidels («contra moros y otros infieles») and his great piety («gasta la mayor parte del tiempo en obras virtuosas e de servicio de Dios e buen regimiento de sus reynos» [spends most of his time in virtuous deeds and in the service of God and good ruling of his kingdom]).

Los párrafos de este estilo son abundantes. Para facilitar la lectura, hubiese sido más acertado presentar los escritos traducidos, reducir el número de citas incluidas en el texto principal sirviéndose para ello de la paráfrasis y consignar los textos citados de las fuentes al aparato crítico.

A pesar de estas deficiencias estilísticas, el estudio de Montserrat Piera viene a ser un meritorio y sugerente intento de dar una imagen de conjunto del papel de las mujeres como escritoras y lectoras en la península ibérica durante la Edad Media. En resumen, se trata de un trabajo bien documentado y equilibrado que se acerca al tema sin caer en peligrosos excesos interpretativos.

Iñaki Pérez-Ibáñez

University of Rhode Island

ignacioperez@uri.edu